Las tendencia imperante del trabajador en la empresa es de contener sus emociones, no expresarlas, caparlas y luego, cuando acaban saliendo, porque antes que trabajadores somos personas, lo hacen de forma desmesurada, como un volcán en erupción, en palabras de Ovidio: “Hemos comprado la idea de que los profesional es no mostrar las emociones en el ámbito empresarial pero antes que trabajadores somos personas y no podemos ir contra natura”.
Empresas con recursos similares, en un entorno parecido, pueden tener grandes diferencias en sus resultados; muchas son las variables que pueden influir en esto (plan estratégico definido, cantidad y calidad del portafolio de productos, cultura y calidad directiva, etc.), entre las que se encuentra la emocionalidad colectiva de esa empresa. Gestionar las emociones, tanto a nivel individual como grupal, es un reto y un valor diferencial de la empresa moderna: “Uno de los retos de un directivo o de un líder es abogar por espacios emocionalmente sostenibles que liberen talento”, afirma Peñalver.
Las empresas que se preocupan por la gestión emocional de sus trabajadores son una gran minoría creciendo, por el momento, la gran mayoría lo hace a través de coaching, formaciones y talleres de liderazgo sobre cómo incorporar una cultura emocionalmente sostenible. El perfil del líder inteligente emocionalmente es un líder que practica la asertividad: escucha activamente, no interrumple, indaga y pregunta, entabla conversaciones sinceras, le da espacio y tiempo a hablar de emociones, muestra signos de afecto y es empático; buscando siempre un tiempo y lugar para que estos factores puedan darse y así no correr el riesgo de confundir la empresa con una pandilla de amigos.
¿Qué puede hacer el coaching en este terreno? Cada vez hay más evidencias de cómo una cultura empresarial emocionalmente sostenible es más ecológica y rentable, para los trabajadores, para la empresa y para la sociedad. El coaching, tanto cuando trabaja con personas de manera individual, como cuando lo hace con equipos (sean departamentos, equipos de proyecto o comités de dirección), provoca la toma de conciencia de cuál es la emocionalidad desde la que se actúa, así como el diseño de acciones para gestionarla.
Fuente: RRHH Digital/Portada/Secciones/Liderazgo
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