Según varias encuestas recientes, el estrés ha aumentado
considerablemente con la crisis. Las personas que son despedidas sufren estrés
por esta crítica situación, y los que conservan su empleo sufren estrés porque
tienen que hacerse cargo de más trabajo por el mismo salario o menos. Y además
porque tienen miedo a perder su empleo, con lo que trabajan más horas
perjudicando su vida personal y salud.
Pero más allá de causas externas, que son reales y muy dolorosas, la verdadera causa del estrés son los pensamientos y juicios con los que afrontamos nuestra realidad. Hay 7 pensamientos muy repetitivos y comunes con los que a diario autosaboteamos nuestro bienestar. Son los siguientes:
1. Tengo que ser perfecto
Aunque inicialmente pensemos que este pensamiento no va con nosotros, he comprobado que muchísimas personas se exigen a sí mismas la perfección en todos los ámbitos de su vida, presionándose innecesariamente y creando un entorno constante de tensión e insatisfacción constante.
2. Necesito tenerlo todo bajo control
La vida es lo que sucede mientras nosotros hacemos otros planes. Esta frase de John Lennon choca frontalmente con nuestro empeño obsesivo en controlar todos los aspectos de nuestra vida. Queremos controlar que todo suceda según nuestros caprichos y planes, y cuando algo cambia a peor y desequilibra nuestro “falso” equilibrio nos estresamos. En el fondo se trata de una incapacidad para aceptar la vida tal como es, con sus éxitos y fracasos, alegrías y problemas.
3. Los demás deberían ser o hacer…
Nuestra obsesión por controlar llega hasta límites insospechados, hasta el punto de querer controlar lo que piensan los demás, y cómo se comportan los otros con el fin de que complazcan nuestro ego y necesidades. Pero los demás son como son, hacen lo que hacen, y por mucho que nos empeñemos, no podemos cambiarlos. Igual que nosotros nos resistimos a cambiar cuando alguien pretende obligarnos. El problema no son los demás, sino nuestras expectativas sobre los demás, que son demasiado elevadas, y siempre nos van a desfraudar, con lo que nos garantizamos el estrés y el sufrimiento de por vida.
4. ¿Y si sucede lo peor…?
Cuando nuestra mente se ve invadida por pensamientos negativos y atemorizantes sobre el futuro, nos estresamos y nos sentimos ansiosos. Tratamos vanamente de eliminar la incertidumbre, otro sin sentido del ser humano, y nos torturamos con pensamientos horribles sobre lo que podría suceder. Mark Twain dijo que había tenido muchos problemas en su vida, la mayoría de los cuales nunca sucedieron.
Cuando dejamos que nuestra mente se contamine con estos pensamientos, no nos permitimos el enorme y grandioso regalo que tenemos ante nuestras narices: el presente. Este momento, aquí y ahora, está sucediendo algo irrepetible y único, y nos lo estamos perdiendo por esos pensamientos destructivos.
5. ¿Por qué sucedió…?
Cuando nos preguntamos repetidamente la causa de una experiencia dolorosa, que consideramos injusta, terminamos cayendo en el papel de víctima. Nos centramos tanto en el pasado que nos perdemos, una vez más, el disfrutar del momento presente. El estrés que nos provoca el repetir en nuestra mente una y otra vez esa experiencia dolorosa supera con creces la propia experiencia, que ha sucedido sólo una vez. Nosotros somos los que repetimos la película en nuestro cerebro, y terminamos culpando a los demás de nuestros males, amargándonos aún más la vida, y hundiéndonos en el agujero negro de la frustración y el resentimiento.
6. No puedo…
Muchas personas nos dirán durante nuestra vida que no somos capaces de conseguir lo que deseamos y soñamos. Hay muchos saboteadores sueltos, fracasados disfrazados de realistas, esclavos de su propia incapacidad y frustración. Sin embargo, no debemos guiar nuestras decisiones por esos juicios y consejos miserables. Debemos confiar en nuestras fortalezas, en ese “yo superior” que todos tenemos en nuestro interior. Una vez que empezamos a decirnos “Yo sí puedo” nuestra seguridad aumenta y nuestro estrés se reduce drásticamente.
7. Yo debería ser o hacer…
No deberíamos ser de otra manera, porque la realidad es que somos así en este momento. No deberíamos hacer algo diferente a lo que estamos haciendo, porque la realidad es que estamos haciendo eso. El problema es que la presión social y la educación que hemos recibido aparece desde nuestro inconsciente para machacarnos de forma incansable, haciéndonos creer en cada instante que no somos adecuados, ni oportunos, ni valiosos, porque siempre deberíamos ser o hacer algo diferente de lo que somos y hacemos. Una vez más, el motivo es que no nos aceptamos a nosotros mismos tal y como somos.
Conociendo dichos pensamientos y juicios y manteniéndonos alerta para detectarlos cuando aparezcan, seremos mucho más capaces de reducir nuestra ansiedad y estrés, y como consecuencia seremos más productivos y creativos. En definitiva, seremos más felices.
Fuente: RRHH Digital / Javier Carril, Socio Director de Execoach / Martes 02/10/2012 00:00
Pero más allá de causas externas, que son reales y muy dolorosas, la verdadera causa del estrés son los pensamientos y juicios con los que afrontamos nuestra realidad. Hay 7 pensamientos muy repetitivos y comunes con los que a diario autosaboteamos nuestro bienestar. Son los siguientes:
1. Tengo que ser perfecto
Aunque inicialmente pensemos que este pensamiento no va con nosotros, he comprobado que muchísimas personas se exigen a sí mismas la perfección en todos los ámbitos de su vida, presionándose innecesariamente y creando un entorno constante de tensión e insatisfacción constante.
2. Necesito tenerlo todo bajo control
La vida es lo que sucede mientras nosotros hacemos otros planes. Esta frase de John Lennon choca frontalmente con nuestro empeño obsesivo en controlar todos los aspectos de nuestra vida. Queremos controlar que todo suceda según nuestros caprichos y planes, y cuando algo cambia a peor y desequilibra nuestro “falso” equilibrio nos estresamos. En el fondo se trata de una incapacidad para aceptar la vida tal como es, con sus éxitos y fracasos, alegrías y problemas.
3. Los demás deberían ser o hacer…
Nuestra obsesión por controlar llega hasta límites insospechados, hasta el punto de querer controlar lo que piensan los demás, y cómo se comportan los otros con el fin de que complazcan nuestro ego y necesidades. Pero los demás son como son, hacen lo que hacen, y por mucho que nos empeñemos, no podemos cambiarlos. Igual que nosotros nos resistimos a cambiar cuando alguien pretende obligarnos. El problema no son los demás, sino nuestras expectativas sobre los demás, que son demasiado elevadas, y siempre nos van a desfraudar, con lo que nos garantizamos el estrés y el sufrimiento de por vida.
4. ¿Y si sucede lo peor…?
Cuando nuestra mente se ve invadida por pensamientos negativos y atemorizantes sobre el futuro, nos estresamos y nos sentimos ansiosos. Tratamos vanamente de eliminar la incertidumbre, otro sin sentido del ser humano, y nos torturamos con pensamientos horribles sobre lo que podría suceder. Mark Twain dijo que había tenido muchos problemas en su vida, la mayoría de los cuales nunca sucedieron.
Cuando dejamos que nuestra mente se contamine con estos pensamientos, no nos permitimos el enorme y grandioso regalo que tenemos ante nuestras narices: el presente. Este momento, aquí y ahora, está sucediendo algo irrepetible y único, y nos lo estamos perdiendo por esos pensamientos destructivos.
5. ¿Por qué sucedió…?
Cuando nos preguntamos repetidamente la causa de una experiencia dolorosa, que consideramos injusta, terminamos cayendo en el papel de víctima. Nos centramos tanto en el pasado que nos perdemos, una vez más, el disfrutar del momento presente. El estrés que nos provoca el repetir en nuestra mente una y otra vez esa experiencia dolorosa supera con creces la propia experiencia, que ha sucedido sólo una vez. Nosotros somos los que repetimos la película en nuestro cerebro, y terminamos culpando a los demás de nuestros males, amargándonos aún más la vida, y hundiéndonos en el agujero negro de la frustración y el resentimiento.
6. No puedo…
Muchas personas nos dirán durante nuestra vida que no somos capaces de conseguir lo que deseamos y soñamos. Hay muchos saboteadores sueltos, fracasados disfrazados de realistas, esclavos de su propia incapacidad y frustración. Sin embargo, no debemos guiar nuestras decisiones por esos juicios y consejos miserables. Debemos confiar en nuestras fortalezas, en ese “yo superior” que todos tenemos en nuestro interior. Una vez que empezamos a decirnos “Yo sí puedo” nuestra seguridad aumenta y nuestro estrés se reduce drásticamente.
7. Yo debería ser o hacer…
No deberíamos ser de otra manera, porque la realidad es que somos así en este momento. No deberíamos hacer algo diferente a lo que estamos haciendo, porque la realidad es que estamos haciendo eso. El problema es que la presión social y la educación que hemos recibido aparece desde nuestro inconsciente para machacarnos de forma incansable, haciéndonos creer en cada instante que no somos adecuados, ni oportunos, ni valiosos, porque siempre deberíamos ser o hacer algo diferente de lo que somos y hacemos. Una vez más, el motivo es que no nos aceptamos a nosotros mismos tal y como somos.
Conociendo dichos pensamientos y juicios y manteniéndonos alerta para detectarlos cuando aparezcan, seremos mucho más capaces de reducir nuestra ansiedad y estrés, y como consecuencia seremos más productivos y creativos. En definitiva, seremos más felices.
Fuente: RRHH Digital / Javier Carril, Socio Director de Execoach / Martes 02/10/2012 00:00
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